Los pequeños agricultores, los trabajadores agrícolas y los pescadores de los países del Sur Global se ven particularmente afectados por las consecuencias del cambio climático. Manejan sus suelos en condiciones cada vez más difíciles, reaccionan a sequías, incendios forestales y reservas de agua cada vez más escasas. Para muchas personas, cada metro cuadrado de suelo cuenta para asegurar su existencia.
Cada metro cuadrado cuenta
Los gobiernos abogan cada vez más por que se asignen tierras agrícolas fértiles a los inversores para la construcción de parques solares o eólicos. Estos proyectos energéticos rara vez se orientan a las necesidades de la población local. En cambio, la producción de energía está en el centro de las exportaciones, a menudo a países industrializados como Alemania. En algunos países, la expansión de la energía solar y eólica va acompañada de violaciones masivas de los derechos humanos.
Estos acontecimientos amenazan los sistemas alimentarios locales, exacerban las desigualdades sociales y reproducen las dependencias coloniales.
Justicia climática significa justicia del suelo
Defendemos una transición energética que rompa con la expropiación y el saqueo de recursos de la producción de energía fósil. Para lograr esto, la cuestión de la tierra debe ser re-puesta: ¿Quién tiene acceso al suelo y otros recursos naturales? ¿Para qué necesidades se utilizan estos recursos y a qué coste?
Estamos comprometidos a garantizar que la transición energética no se produzca a expensas de los derechos tradicionales a la tierra, la producción regional de alimentos o el respeto de los derechos humanos. Con este fin, reunimos a personas que trabajan sobre el terreno en pro de unas políticas climáticas y de tierras justas: agricultores, promotores del clima, grupos de la sociedad civil y organizaciones de desarrollo.
Por un acceso equitativo al suelo, para quienes lo cultivan, cuidan y mantienen.
¿Quieres formar parte de la red? Escríbanos: esperamos con interés el intercambio.











